Popayán, 4 de junio de 2010
Lo ocurrido en esta campaña electoral ha evidenciado los nuevos comportamientos políticos de los ciudadanos. Colombia avanza, paulatinamente, como sociedad y como pueblo.
Los partidos políticos en la coyuntura
El partido de la “U” y Uribe-Santos han agrupado a casi la totalidad de la clase política tradicional colombiana. Aparentan gran fuerza pero es, en verdad, una enorme debilidad. Sus 6’758.539 de votos sólo representan el 22,54% del potencial electoral.
Es la incapacidad nuestra, la falta de generosidad para unir la democracia decente, la que los hace fuertes. Nada más.
“La metieron toda” para ganar en primera vuelta y no lo lograron. Eso los hace vulnerables. Saben que no están “ganados”.
Presiones a beneficiarios de familias en acción, campañas de miedo en los departamentos de frontera, intervenciones diarias del presidente Uribe, compra de votos, fraudes, y quien sabe qué cosas más, y… ¡no les alcanzó!
El costo de ese esfuerzo es muy alto y no es fácil de repetir.
Ello explica la desesperación de “Uribito” que al día siguiente a las elecciones salió a presionar a los “jefes” conservadores. Los mayores “lagartos” liberales ya tenían listas las adhesiones.
Se debe reconocer que algunos parlamentarios liberales y de Cambio Radical han mantenido cierta coherencia.
Las personas que se mantuvieron fieles a Nohemí, Pardo y Vargas Lleras (3’000.324) encarnan dignidad y criterio propio. Es gente valiosa que rechaza la corrupción. Observar el espectáculo de sus dirigentes entregándose incondicionalmente a Uribe-Santos, les debe provocar asco y rechazo.
En el caso de los parlamentarios conservadores, sólo un día les bastó para entregar la cabeza de su candidata.
Quienes después de tantas persecuciones y vilipendios apoyaron a Petro, no sólo son valiosos sino valientes. Después de algunos enredos y vacilaciones, el conjunto del partido apoyó a su candidato. Es un gran avance. Muchos recién lo escucharon y lo reconocen de verdad.
Fueron finalmente 1’329.512 electores, que son la base real y consistente de la izquierda.
Éste acumulado puede malograrse si no se acierta con una actitud generosa en la 2ª vuelta. El sectarismo puede hacer perder el enorme esfuerzo hecho por Petro, la militancia del Polo y demás colaboradores.
La ola verde
La “ola verde” es un fenómeno digno de analizar. La “legalidad democrática” fue el combustible que casi la convierte en “tsunami”. En su ascenso juntó de todas las vertientes políticas y sociales, pero no logró conformar un programa mínimo, que respondiera en forma concreta a los múltiples problemas que afectan a la población.
Es claro que en el último mes la ola verde se detuvo. Errores conceptuales, falta de tacto político, y falencias en la comunicación, mermaron el impulso; pero la causa principal a nuestro parecer fue, que al hacerse evidente que iba a haber 2ª vuelta, muchos electores se concentraron en “su candidato” aplazando el voto por los verdes.
Para retomar el impulso se deberá recoger ideas y propuestas de aguas amarillas, rojas, azules y de todos los colores, así como llegar a playas diversas (trabajadores, sectores populares, desplazados, etc.).
Los 3’120.716 votantes por Mockus, están conformados por 1’300.000 personas que hace 4 años votaron por Carlos Gaviria y que en esta ocasión se deslizaron hacia los “verdes”. A ellos se suman más de 1’800.000 ciudadanos, muchos de ellos jóvenes, que hasta hace poco creían en Uribe o no se preocupaban por la política. Son demócratas en formación. Y se pueden sumar muchos más.
El reto inmediato
En total quienes no votaron por Santos fueron algo más de 7’450.000. ¿Podrían ser la representación viva de “las fuerzas sanas de la Nación"? Con gran parte de ellos se puede y debe derrotar a la mafia que nos gobierna.
Si se observan detenidamente esas cifras se entiende por qué la dirigencia “verde” no puede firmar acuerdos con cúpulas partidarias. Debe enviar buenas señales, mensajes incluyentes, atractivos, de respeto por su esfuerzo y dignidad. “Alianzas ciudadanas construidas en diálogo constructivo”, ha dicho Mockus.
Insistir en acuerdos – sean programáticos o burocráticos – es debilitar la posibilidad de sumar de todos los sectores y poder derrotar a la alianza criminal uribista.
Un acuerdo con todos los "no-santistas" sí sumaría. Ya no es posible. Un acuerdo sólo con el Polo, suma pero también resta. Es mejor que el Polo deje en libertad a su gente, y que Petro oriente el apoyo a Mockus.
Lo hizo Pardo y a su manera Nohemí, sin ningún aspaviento. Un acuerdo formal sólo con un partido es un grave error.
La clave a responder es: ¿Cuántos de ellos se van a abstener? ¿Cuántos se irán con Santos? Y, ¿cuántos apoyarán a Mockus?
Además, el otro reto está en movilizar a los abstencionistas, sobre todo de sectores medios y la juventud. No es fácil, hay poco tiempo, pero todo es posible.
Flexibilidad, cierta informalidad, frescura, ningún "acartonamiento partidista", es la fórmula del momento. ¡Vamos a derrotar el nuevo Frente Nacional con una avalancha ciudadana de todos los colores!