Con ocasión de la última movilización campesina
GOBERNAR CON EL PUEBLO PARA SOCAVAR EL ESTADO COLONIAL
Popayán, 27 de junio de 2011
Las comunidades agrarias del Cauca – campesinas, indígenas y afrodescendientes – y los trabajadores hemos protagonizado en los últimos 30 años importantes luchas sociales y políticas. Nuestro fuerte ha sido la protesta y la “movilización”. Hemos obligado a muchos gobiernos a “firmar acuerdos” pero, a la hora del balance, casi todos los han incumplido.
Por ello es necesario que re-visemos y re-pensemos la estrategia. Es hora ser gobierno. Podemos y debemos desarrollar una acción político-electoral propia y autónoma. Tenemos que emular a los pueblos bolivianos y ecuatorianos que – sin renunciar a su organización y movilización independiente –, han elegido gobiernos que representan sus intereses.
Dichos gobiernos – a pesar de las dificultades y problemas – son un punto de apoyo para avanzar en la recuperación de soberanía popular y en la aplicación de políticas sociales que mejoren las condiciones de vida de nuestro pueblo.
Claro que podemos ir más allá, pero sólo lo haremos si aprendemos entre todos.
Una gran experiencia no evaluada
A principios del siglo XXI, el “taita” y dirigente Misak (guambiano) Floro Alberto Tunubalá (2001-2003) fue elegido Gobernador del Departamento. Fue un hecho histórico. Por primera vez un dirigente indígena con ideas comunitarias – “propias” – llegaba a ocupar un cargo de ese tipo.
Sin embargo podemos decir que el ascenso de Floro al gobierno regional fue fruto más de la dinámica inercial del movimiento social en alza, que el resultado de la planificación conciente de la dirigencia social. Es evidente que no se tenía en mente colocar el aparato de gobierno – que es un poder más simbólico que real – como un punto de apoyo para avanzar y construir una verdadera Hegemonía Social Popular. Se lo asumió como una herramienta para resolver problemas y enfrentar necesidades inmediatas.
Había buena voluntad. Se tenían sanas intenciones. Pero no se tenía claro a qué se llegaba a ese cargo. Un solo ejemplo sirve para demostrarlo: Floro se fue a Europa no a exigir el pago de una deuda histórica[1] sino que viajó – casi sólo – a solicitar una especie de compensación voluntaria. Lo máximo que obtuvo fueron convenios de “hermanamiento” entre algunos gobiernos de ciudades de Europa (España y Francia) y el Cauca. Nada más.
Los gobiernos europeos no sintieron la fuerza popular. El pueblo no fue movilizado. Todavía nos miran con lástima y fingen una falsa “solidaridad”. Eso no sirve de nada.
El principal motivo del fracaso del gobierno de Floro Tunubalá fue – entonces –, que se llegó a la Gobernación con mentalidad mendicante y cortesana. No se entendió el significado del mandato que le había otorgado el pueblo. Las cúpulas de las organizaciones sociales se apoderaron de ese gobierno para resolver problemas con visión coyuntural y sectorial. La dinámica y mentalidad de los pliegos de peticiones no había sido superada.
A pesar de todo, ese gobierno “social” no tiene punto de comparación con los gobiernos – anteriores y posteriores –, liderados por representantes de los partidos tradicionales. Floro fue pulcro y honesto, fue un buen administrador y por eso es defendible. Pero ello es historia y no podemos quedarnos mirando hacia atrás.
El Estado colonial heredado
En América Latina, especialmente en Venezuela, Ecuador y Bolivia, se está definiendo el curso de las revoluciones populares de inicios del siglo XXI. Si no somos conscientes de las enormes limitaciones que tienen los gobiernos que se ponen al frente de un Estado colonial heredado, vamos a equivocarnos en gran medida.
Ese Estado “no es el nuestro”. Es un poder excluyente y despótico que durante 300 años de Colonia Española, 200 años de ilusoria República Liberal, y 30 años de neoliberalismo, ha sido herramienta de despojo de nuestros recursos y de aplastamiento de nuestra dignidad.
Si así no lo entendemos, vamos a dedicarnos inútilmente a mejorarlo. Ya le han colocado “adornos pluri-nacionales” en Ecuador y Bolivia que, sólo ocultan su naturaleza burocrática y antidemocrática que está en su raíz de origen. En Colombia hace 20 años lo acicalaron con “ribetes multi-étnicos y pluri-culturales” que ilusionaron a muchos sectores sociales mientras los capitalistas neoliberales lo utilizaban para profundizar su modelo depredador.
Las luchas políticas y sociales del siglo XX demostraron que ese Estado tampoco se puede destruir de un día para otro. Que ese Estado está íntimamente ligado a una formación social y cultural que en forma automática replica y reproduce las formas de dominación política e ideológica. Que si a ese Estado no se lo mina y socava con una estrategia depurada, unas tácticas flexibles y unos métodos participativos, resurgirá con nuevas formas pero manteniendo la misma esencia.
Por ello, los pueblos y sus gobiernos tienen que diseñar una forma de aprovechar la fuerza simbólica de ese poder estatal para perfeccionar y fortalecer varios procesos de apropiación real de los recursos sociales que ya están en pleno desarrollo. El camino está siendo despejado por los mismos pueblos pero éstos requieren apoyo consistente y constante.
Procesos de apropiación en desarrollo
Si los gobernantes y políticos populares no tienen en cuenta que la misma gente viene apropiándose de formas de gobierno directo y participativo, se convertirán – sin quererlo – en un obstáculo de ese proceso de construcción de democracia de nuevo tipo.
Si los gobernantes y planificadores del cambio no perciben que los trabajadores y las comunidades están apropiándose de los procesos productivos, recuperando autonomía y soberanía popular, van a diseñar planes de desarrollo y proyectos que estarán en contravía de ese esfuerzo social y laboral.
Si los gobernantes y sus asesores estratégicos no son conscientes que los pueblos están en la tarea de reconocer sus culturas y sabidurías – tanto ancestrales como actuales –, lo que significa un verdadero avance en la construcción de identidad, entonces impulsarán políticas educativas, de salud y culturales que chocarán con esa dinámica.
Si los gobernantes y sus consultores científicos no interpretan la realidad de los pueblos – ligada íntimamente a la vida de la humanidad entera –, querrán imponer criterios falsamente “nacionales” que sólo les sirven a los capitalistas para promover la división y el caos.
Si los gobernantes consiguen insertarse en ese movimiento real, si consiguen palparlo y apreciarlo, podrán ir armando un nuevo diseño estatal – surgido desde las entrañas de los pueblos, comunidades y trabajadores –, integrando las luchas de las mujeres, jóvenes, ambientalistas y demás procesos sociales que han surgido al calor de las necesidades de la sociedad del siglo XXI.
En cada país, en cada sociedad, la lucha entre lo nuevo y lo viejo se está expresando de diversas formas y maneras. Deberemos aprender unos de otros. El Estado Colonial, burocrático y antidemocrático será reemplazado paulatinamente, en medio de tensiones y estertores de muerte, que estarán traspasados por toda clase de conflictos; de avances y retrocesos.
Pero en lo que no puede haber ninguna duda es que el surgimiento de ese nuevo Estado o formas de auto-gobierno de los pueblos, no será fruto de una Ley o de una Constitución. Serán los pueblos los que construyan lo nuevo y entierren lo viejo: resolviendo, aprendiendo, avanzando, experimentando y corrigiendo. Una y otra vez.
Seamos gobierno en el Cauca para estimular esos procesos. No permitamos que la oligarquía y el imperio manejen ese poder y sus recursos materiales para sabotear e impedir esos procesos de avance de nuestros pueblos, comunidades y trabajadores.
Es hora de impulsar una Convergencia Ciudadana, Social y Popular.
[1] Se requería una actitud al estilo del discurso del Indio Guaicapuro que viene siendo utilizado por Evo Morales. http://www.cnbaforo.com.ar/showthread.php?t=14001
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